Sucia.
Eso es lo que soy.
Nacida como un pequeño y sucio secreto y luego vendida a la peor clase de maldad.
Ese día me rompió, robando las partes más sagradas de mi cuerpo y mi alma. Así que hui: de ellos, de casa, de todo.
Fue entonces cuando lo encontré a él. Se convirtió en mi salvador incluso antes de saber que yo existía.
Y entonces me dio la bienvenida a la familia.
Ahora él me ve. Me aseguro de ello.
Me doy cuenta del modo en que me observa cuando me deslizo de mi cama y caigo en la de otra persona. Veo el parpadeo de sus ojos cuando lo miro desde detrás de los vasos rojos, las manos que se mueven y la música a todo volumen. Sentir el ardor de su tacto cuando tropiezo y me atrapa, y siempre me atrapa.
Pero ya no soy la misma chica débil que descubrió escondida detrás de su casa hace tantos años, y algunos demonios simplemente no pueden ser liberados. Todas las mentiras del mundo no pueden ocultar eso.
Aunque no corra la misma sangre por nuestras venas, sé que él nunca podrá ser mío.